Fomentar un ambiente de aprendizaje positivo, reducir la ansiedad ante la disciplina y mejorar el rendimiento académico en la asignatura. Son las habilidades que entrega y promueve el Diplomado en Enseñanza Socioafectiva de las Matemáticas de la Universidad Andrés Bello (UNAB).
“Quería integrar la dimensión emocional en el aprendizaje de las matemáticas. En el aula, no basta con enseñar fórmulas: hay que conectar con las emociones, experiencias y contextos de nuestros estudiantes”, comenta Natalia Contreras, profesora de educación general básica con más de 20 años de experiencia en el sistema escolar privado, ex estudiante del programa de la UNAB.
Tradicionalmente vista como una asignatura rígida o distante, la enseñanza de las matemáticas puede convertirse en una experiencia significativa si se incorpora el componente emocional. En esa línea, Natalia valora que el diplomado le haya permitido crear ambientes de aula emocionalmente seguros, donde el error es parte natural del proceso de aprendizaje.
“La enseñanza socioafectiva de matemáticas me permitió resignificar mi práctica. Hoy soy más consciente de la ansiedad matemática, de las trayectorias emocionales de los estudiantes y de la importancia de fortalecer su autoconfianza”, explica.
Entre las estrategias que ha implementado con éxito en su sala destacan la meditación guiada para preparar emocionalmente el aprendizaje, el uso de estadística reflexiva aplicada a contextos reales, y la contextualización de contenidos en situaciones cercanas a la vida de los estudiantes.
Estas herramientas han generado un impacto evidente: mayor participación, disminución del miedo al error, mejor rendimiento y un vínculo más positivo con la asignatura.
“La meditación al inicio de la clase reduce la ansiedad. Y trabajar con datos reales o planificar presupuestos les muestra a los estudiantes que las matemáticas son útiles, cercanas y significativas”, asegura.
Para Natalia, no se puede hablar de aprendizaje profundo sin atender a las emociones. “Muchos estudiantes no fallan por falta de capacidades, sino por experiencias emocionales negativas que arrastran desde etapas anteriores”, afirma.
Incorporar la enseñanza socioafectiva de matemáticas ha sido clave para abordar esa dimensión. “El aula debe ser un espacio donde se valore la diversidad, se escuche al estudiante y se fomente el pensamiento crítico desde el respeto y la empatía”.
Además, según Natalia, mirado desde una perspectiva neuroeducativa, está demostrado que las emociones influyen directamente en la atención, la memoria y la toma de decisiones, por lo que su inclusión no es optativa, sino necesaria.
El Diplomado en Enseñanza Socioafectiva de las Matemáticas entrega una formación sólida y actualizada, combinando teoría, estrategias aplicables y acompañamiento permanente del equipo docente.
“Los profesores del diplomado no solo manejan los contenidos con profundidad, sino que los transmiten con cercanía y vocación. Fue una experiencia transformadora en lo profesional y también en lo personal”, destaca Natalia.
Con una metodología participativa, el programa permite a los docentes replantear sus prácticas y reenfocar su rol desde una perspectiva más inclusiva, crítica y consciente.
“Recomiendo este diplomado a todos quienes buscan reconectar con el verdadero sentido de enseñar: formar personas integrales, emocionalmente conscientes y capaces de pensar desde lo humano”, concluye.